Caliente como una pava pateó un clip que le arrancó un alarido de dolor, corriendo sobre un solo pie llegó a las patas de la silla e intentó trepar sin éxito. Miró hacia arriba y maldijo su puta suerte, ese rayo debía agrandar su pene, no encogerlo por completo.
Tomado de http://blogs.clarin.com/apologiadelosmiedos/
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