Si visitas los bares del barrio viejo, no dejes de entrar en un curioso local, cercano a las ruinas de la antigua iglesia. Una puerta pequeña parece esconder la entrada. Hay poca luz y a los clientes les gustan los visitantes nuevos. Charlan con ellos, les cuentan la historia del local y puede que les inviten a sus bebidas preferidas. Sé amable, no muestres tu miedo, pues pueden olerlo. Y cuando notes que la noche se te hace espesa y densa, cuando necesites tu dosis de luz y de día, promételes volver otra noche y tal vez te dejen salir.
Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/
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