—¿Doble o nada? —pregunta la chica sonriente.
Un escalofrío recorre su espalda. Los músculos se tensan. Una gota de sudor baja por la patilla y alcanza el cuello, mojando la camisa. Siente el latido del corazón golpeándole las sienes, mientras su pie izquierdo se mueve al ritmo de un tambor de batalla. Está quieto pero expectante, como un cazador agazapado. Es ahora o nunca.
—Doble —se escucha decir con lo que le resta de voz.
Fracciones de segundo que parecen años, la mirada sigue la ruleta, la mano aprieta el canto de la mesa, la respiración se detiene. Cuando la bola blanca cae en las negras, sabe que lo ha perdido todo y se desploma, víctima de su propia avaricia.
Tomado de: http://deesquinasyrincones.blogspot.com/
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