Descubrí a Manuel calle abajo. Iba como es él, cabizbajo, huraño, torpón en el andar. Le comenté mi visión a un amigo en común.
—Ayer vi a Manuel en la calle Tucumán, camino de la plaza del Generalato.
—Imposible —me respondió—. Hace dos semanas que murió de un tiesto desprendido de una azotea.
Así era Manuel, le costaba “Dios y su madre” reconocer las cosas.
1 comentario:
INCREIBLEE. en verdad que esto me ha encantado, le da otra definición a ser necio a morir
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