CIEN NOCHES
Roland Barthes
Un mandarín estaba enamorado de una cortesana.
Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana. Pero, en la nonagesimonovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.
De
Fragmentos de un discurso amoroso.
2 comentarios:
¡Bien hecho!
Pato.
Jajaja Yo y mis interpretaciones medio raras. Quizá el mandarín se dio cuenta que al poseerla dejaría de ser el objeto deseado y se convertiría en una más. O tal vez la cortesana lo deseaba y él se burlo del deseo frustrado…
Saludos
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