DONACIÓN
Miguel Sardegna
—¿Es la primera vez?
Noté que su ambo era abierto en el cuello, que no llevaba nada debajo. Le quedaba demasiado ajustado, como la ropa de látex que usaban en aquel club del bajo que frecuentábamos con el Matías.
Moví la cabeza. Creo que llegué a pronunciar un “sí”, no estoy seguro. No podía apartar la idea de liberarla de ese delantal que la oprimía.
—No tenés cara de primera vez —soltó. Ataba una banda de goma en mi antebrazo. Hizo el nudo con fuerza, sentí que había estado a punto de partirme el brazo.
Sonreí, por mero reflejo.
—Lo usual son 475 cm3. El cuerpo los recupera rápido. Dos meses y estás listo para repetir la experiencia.
Seguía hablando, no sé qué decía...
...Y entonces la picadura.
Su cara enterrada en mi brazo.
El flujo cobrizo chorreándole de la boca, como si fuese un animal.
Miguel Sardegna
—¿Es la primera vez?
Noté que su ambo era abierto en el cuello, que no llevaba nada debajo. Le quedaba demasiado ajustado, como la ropa de látex que usaban en aquel club del bajo que frecuentábamos con el Matías.
Moví la cabeza. Creo que llegué a pronunciar un “sí”, no estoy seguro. No podía apartar la idea de liberarla de ese delantal que la oprimía.
—No tenés cara de primera vez —soltó. Ataba una banda de goma en mi antebrazo. Hizo el nudo con fuerza, sentí que había estado a punto de partirme el brazo.
Sonreí, por mero reflejo.
—Lo usual son 475 cm3. El cuerpo los recupera rápido. Dos meses y estás listo para repetir la experiencia.
Seguía hablando, no sé qué decía...
...Y entonces la picadura.
Su cara enterrada en mi brazo.
El flujo cobrizo chorreándole de la boca, como si fuese un animal.
1 comentario:
Éste es bueno, sí, me gustó; y tiene más pinta de minificción.
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