Un Gato estaba mirando a un Rey, como lo permite el proverbio.
—Bien —dijo el monarca, advirtiendo su inspección—, ¿cómo me ves?
—Puedo imaginar un Rey —dijo el Gato—, que me gustaría más.
—¿Por ejemplo?
—El Rey de los Ratones.
Tanto complació al Rey el ingenio de esta respuesta, que le dio permiso para arrancar los ojos de su Primer Ministro.
1 comentario:
Guauu...!!! (en sentido de asombro?).
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