GUERRERO
José Antonio García González
Los brazos en reposo, descansando sobre las rodillas; la armadura con señales de óxido no reluce bajo el sol que no la toca bajo el árbol; el yelmo en el suelo, no muy lejos de las manos; el mango de la espada aún aferrado.
El fragor llega a sus oídos, la batalla está cerca; el caballo se aleja unos pasos para mascar tiernos pastos; el escudo caído.
Sentado sobre una roca, ¿tienes los ojos cerrados? ¿Duermes acaso? Con qué delicias sueñas, guerrero, qué maravilla es capaz de hacerte apartar la vista de la batalla que crece a tu espalda…
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