LAS MANZANAS DE LAS HÉSPERIDES
José Luis Zárate
Para que robara por él las Manzanas, Hércules se comprometió a cargar el mundo.
Atlas no le dio una esfera infinita, no le llevó un cuenco cargado de océanos. Le dio una semilla y le dijo que ese era el mundo.
Hércules la tomó y sintió la vida contenida ahí, frágil y pequeña, y sintió los múltiples peligros que la acechaban, la sequía y el granizo. La semilla vibró con los mil destinos que dependían de ella, el hambre que combatiría de surgir, los pueblos y las vidas pendientes de que sobreviviera un día más; percibió cada vida como una hebra, cada hebra a punto de romperse, sintió el destino abarcarlo todo y la perenne muerte rozar las línea surgida de la semilla.
Cuando Atlas regresó pudo decirle, sinceramente, que el peso del mundo era abrumador.
Atlas no le dio una esfera infinita, no le llevó un cuenco cargado de océanos. Le dio una semilla y le dijo que ese era el mundo.
Hércules la tomó y sintió la vida contenida ahí, frágil y pequeña, y sintió los múltiples peligros que la acechaban, la sequía y el granizo. La semilla vibró con los mil destinos que dependían de ella, el hambre que combatiría de surgir, los pueblos y las vidas pendientes de que sobreviviera un día más; percibió cada vida como una hebra, cada hebra a punto de romperse, sintió el destino abarcarlo todo y la perenne muerte rozar las línea surgida de la semilla.
Cuando Atlas regresó pudo decirle, sinceramente, que el peso del mundo era abrumador.
2 comentarios:
Creo que voy a tener que buscar nuevos calificativos, José Luis, porque ya empiezo a aburrirme de repetir ¡excelente!
Muchas Gracias. De veras agradesco los comentarios.
:)
z
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