Las sábanas perfumadas del lecho del hotel fueron el preludio a ese pensamiento, ese paralelo, que llegó sin ser llamado. Se vio en otro lecho, en el de sus padres, entre medio de los dos, cuando buscaba consuelo en aquellas noches de terror infantil. Pero ahora iba a entregarse. Iba a entregarse a aquel hombre. A buscar la seguridad de un amor verdadero. Por fin se había decidido.
—Carlos —dijo en un susurro; los ojos en lágrimas—, es mi primera vez.
—No temas, Roberto, esto es amor.
4 comentarios:
Un relato acorde con la letra del tema elegido.Vicente ya denunció una aparente discriminación con el tema y un Virus (nótese la sagacidad del comentarista, jugando con el nombre del grupo autor de la frase).
Me extraña de un macho como vos.
Salemo, el homofóbico.
Un buen cuento con un final no presentido.
Felicitaciones, Ricardo
Salemo: el escritor tiene que meterse debajo de la piel de cualquier personaje. Pero el marròn queda intacto, flaco. Je, je, je.
Marìa: ¡Gracias!
Me alegro por usted; pero la identificación a veces es peligrosa.
Supongo que un profesional sabe lidiar con estos asuntos y salir indemne.
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