Cuando Jonathan Swift describió los satélites de Marte, allá por el 1726, los lectores lo tomaron como una de sus tantas fantasías. Igual que los seres ciclópeos que, según él, habitaban el planeta. Muchos años más tarde, los científicos descubrieron, asombrados, que los satélites existían, y que las medidas en cuanto a distancias y proporciones eran correctas. Quizás fue esa extrañeza la que hizo que los llamaran Espanto y Terror. Que eso es lo que Fobos y Deimos significan, como cualquiera sabe.
Los cíclopes, por lo demás, siguen siendo catalogados como un desborde imaginativo del irlandés.
Lo que hace muy felices a los marcianos, ocultos en sus bellas ciudades subterráneas. Tiemblan de horror de solo pensar en que los monstruos de dos ojos los descubran.
1 comentario:
muy bueno! sutil.
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