PESAR Y RECONCILIACIÓN
Roberto Ortiz
Ni bien cruzó el umbral de la Zona se sintió invadido por una necesidad difícil de superar. El sonido gótico de los Hombres Conejo rezumaba por las ventanas. Volar no significa nada si no es con el corazón… gritaba el Payaso bajo los pálpitos de la batería. Era la primera vez que escuchaba aquella canción. Horas antes había demorado en hacer el nudo en la viga del techo y había escrito una carta donde explicaba sus motivos. Lo siento, escribió al final.
Antes de saltar quiso asistir a un último concierto. Amaba a los Hombres Conejo, idolatraba al Payaso, además fue en la Zona donde conoció nuevas formas de ser y de pensar. Caminó calle abajo, ladeó las escarpas y esperó el amanecer.
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