viernes, 8 de agosto de 2008

Promesas – Ricardo Giorno


PROMESAS
Ricardo Giorno

Arbili manoteó el revólver, pero la alimaña le clavó los colmillos. Arbili sintió un frío paralizante. Cayó.
Ella entró las tetas, desarrolló antenas, y de cada costado le crecieron garras. El culo se le volvió peludo y en punta.
Selló las ventanas. Tomó la contestadora, e imitó su voz:
—Hola, soy Arbili. Me surgió algo inesperado, en quince días te cuento.
Fue hasta él, le punzó el estómago. ¡Dios, qué dolor! Introdujo la punta del culo en la herida. Algo le estaba metiendo por ahí.
—Bueno, papirri, ahora vas a cumplir la promesa.
Arbili se acordó que cuando ella era una mina despampanante, y con tal de levantársela le había dicho:
—Doy la vida por mis hijos.



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