Ayer, justo antes de que chocaran los vientos del norte y del sur, un enorme meteorito cayó sobre una granja vetusta ubicada en medio de los grises campos de Kansas.
No hubo sobrevivientes. Sólo se hallaron los restos calcinados de los presuntos propietarios —un par de ancianos grises que nunca sonreían y que respondieron a los nombres de Em y Henry—, su sobrina —una pequeña insufrible conocida como Dorothy— y un perro pulgoso —mascota de la menor, llamado Totó—.
Tras enterarse de la tragedia, la Bruja Mala del Este tuvo un ataque de risa que le duró 10 años; en tanto, los mascones —sus esclavos— lloran a diario y continúan bajo su yugo.
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