Los Vendedores de Inmuebles Históricos tuvieron la reunión anual en el Castillo Vlad, Transilvania, junto a Dentistas Transilvanos Asociados. Durante la cena de gala un olor nauseabundo inundó el Castillo. Los ujieres, después de un exhaustivo examen de los retretes, concluyeron que ese olor venía de la cripta de Vlad, la más antigua.
Para el olfato experto del Dentista Jefe el olor fenomenal era inequívocamente a muelas cariadas. Decidieron abrir la cripta y se hizo insostenible. Muchos vendedores cayeron desmayados. Pocos dentistas se animaron: Había que hacer un trabajo complejo en las muelas del vampiro, con la consiguiente chance de accidente laboral fatal. Tomaron las radiografías y, antes de que anocheciera, ya tenían rellenas las tres piezas molares dañadas del no cadáver más famoso.
Esa noche, Vlad cenó inmobiliarios y dentistas, pero evitó a los diabéticos.
−No más azúcar, plis, no siempre podré invitar tantos dentistas.
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