“Sácame de esta situación”, dice el pobre hombre semidesnudo de rostro magullado y cuerpo lacerado.
“No me jodas”, contesta el hombre de barba.
“Al menos, quita todo ese inmenso palabrerío huero que has colocado encima mío”
“¡No lo saco un carajo!”, responde el hombre. “Lo que ya está escrito, escrito está” y, con sonrisa malévola, busca la opción guardar en su computadora, hace un clic en el ratón y condena al personaje del cuento que acaba de escribir a vivir eternamente en una historia mediocre y sin vuelo.
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