jueves, 4 de junio de 2009

Exangüe - Héctor Ranea



Todos los visitantes asintieron con una sonrisa condescendiente cuando el guardia del Museo les comentó, casi como al pasar, que la estatua de David no tiene sangre. Que eso que surca su cuerpo es mármol. Como el anciano guía nota el sarcasmo de los sabelotodo, se acerca a la escultura de San Mateo y sin pronunciar palabra, saca una navaja y le hace un tajo del que mana sangre blanca y la imagen se retuerce de dolor.

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