Er Shi Huang Di, el segundo emperador de China, buscó la isla de Zhifu interesado en la inmortalidad; tal como lo hiciera su padre, el legendario Ch’in Shi Huang Di.
Demostrando una vez más, que al destino lo hace la suerte; a pesar de ser notablemente menos capaz que Ch’in, Er sí encontró la vida eterna. Pero no supo qué hacer con ella. Hoy atiende un puesto de comida china en Retiro. Los parroquianos se sonríen y le palmean condescendientemente la espalda cuando cuenta cómo escapó de la rebelión de Liu Bang, en el doscientos siete antes de Cristo.
2 comentarios:
"Encontró la vida eterna y no supo qué hacer con ella".
Cierto, deseamos cada utopía, que cuando llega a realizarse, no tenemos idea de para qué nos puede servir.
Muy bueno, Frini.
chas gracias, ña carmen
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