martes, 17 de agosto de 2010

Eva y la muerte – Fernando Puga


Eva se agrió. Era el mejor ejemplar de la cosecha 1935 y esperaba al caballero atildado, de paladar exquisito, digno de saborear su raro bouquet. Esperó demasiado. Lo sé porque toqué su boca. Envolví su verde piel con mis brazos y la bebí. Hasta la última gota. Hasta el rancio sedimento del fondo. Al eructar sentí que Eva sonreía.

1 comentario:

Laura dijo...

Qué lindo cuento. Creo que esperaba que la bebieran, incluso teniendo un rancio sedimento en el fondo, y por eso sonrió.