Lo obsesionaban tanto las paradojas que un día comenzó a atormentarse por componer una. Recordaba la del Quijote, la del barbero de Russell. Buscaba estructuras comunes en fórmulas de una lógica poco entendida. Sufría tanto que pensó en cortarse las venas, hasta que una desvelada noche escribió: “
y el genio dijo que para colocarte esas manos de oro primero deberás cortarte las que llevas”.
¿Cómo ponerse las manos sin manos?, pensaba, orgulloso de su mero acertijo. Cuando se dio cuenta, perdido en la frustración, confirmó el suicidio.
Debatiéndose entre la melancólica necesidad de una carta y el odio a su familia por haberlo parido idiota, escribió rabioso, alienado, sin pensarlo, solamente: “
esto no es una nota de despedida”
Lo descubrió segundos antes del impacto con el suelo.
Nicolás Ferraiolo
6 comentarios:
Muy buen relato, me agradó...
Ouch, muy muy fuerte... desgarrador.
Gracias por los comentarios y por el espacio.
El cuento, sí, es medio fuerte por el hecho de que el tipo se muere segundos antes de descubrir que logró hacer la paradoja.
Saludos!
está redondito, muy bien.
La sangre, la cosa que no es, un surrealismo realzado por el argumento lógico, la paradoja y la falacia. Muchas gracias por la reflexión, Nicolás.
pase y leí y me encantó...muy bueno eh!
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