Sorprendido por el ocaso en el camino, el viajero se hospedó en el primer hotel que encontró. Entró a la habitación y puso la maleta sobre la cama: sacó la ropa doblada y la puso en el clóset; el cepillo de dientes y la crema dental las dejó en la repisa del baño; sobre la mesa de noche puso una foto de su esposa e hijo junto a una estatuilla de la virgen que siempre lo acompañaba en sus viajes. Antes de acostarse encendió su computador portátil y se conectó a Internet. Pronto vio en la pantalla la imagen de su esposa en la casa y maximizó la imagen para que quedara en pantalla completa. Ubicó el computador al otro lado de la cama y se acostó, dándole la espalda.
—Ahora no quiero hablar, cariño. Estoy cansado.
Tomado del blog:http://cuentominicuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
2 comentarios:
En alguna ocasión lo había leído.
Tras una nueva lectura, me volvió a sorprender.
Muy bueno, Alejandro.
Texto breve y contundente. Excelente cuento
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