lunes, 11 de agosto de 2008

Angelina, la joli - Jorge Martín



ANGELINA, LA JOLI
Jorge Martín

Era de un magnetismo ineludible, ojos de felino, boca a punto de tragarnos sin quejas de nuestra parte. De más está decir por qué le pusimos “la joli”.
Tenía de rehenes a varios maridos y arrastraba por las veredas los encadenados a sus cadencias.
La opinión de las mujeres estaba llena de caracteres irreproducibles y su final, imaginado miles de veces, siempre era trágico.
Era de estricta misa dominical y larga confesión previa, las señoras sonreían confirmando sus peores sospechas. Cuando apareció con vestidos holgados muchas esposas pusieron a sus maridos en interrogatorio riguroso. Ella se fue ajena a los comentarios, cualquier día, en el ómnibus de la mañana. Dejó los ojos vacíos y las bocas con ganas. También se fue el cura.

3 comentarios:

Alvaro dijo...

Juá! Muy bueno.

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

El cura no es ningún salame... Y para mayor jolgorio, la tiene bien confesadita a la joli... impecable.

Sergio.

Olga A. de Linares dijo...

Lindo tu cuento, Jorge. Como "la joli". Menos mal que no se llama Camila...