ATRAPADO SIN SALIDA
Olga A. de Linares
Por tu causa, estoy condenado a repetir esta absurda ceremonia para siempre.
Además, para empeorar la cosa, una corte de imitadores y reformuladores multiplica tu incordio en miles de variantes, sin que ninguna me exima de esta obligación original.
¡Y no tengo siquiera la esperanza de la extinción que hace rato alcanzó a mis congéneres de carne y hueso! Porque, es sabido, la literatura nos vuelve eternos, ¿no es así?
Pregunto... ¿para qué quiere nadie una eternidad así? Estoy harto de esperar aquí, al pie de la cama, a que el imbécil durmiente abra los ojos y me vea, igual que cada día, y entonces recite otra vez la letanía, aquella, tu famosa frasecita del demonio...
¡Maldito seas, Monterroso!
1 comentario:
Muy a su pesar, sigue siendo el minicuento más famoso del mundo... (lo odiamos por eso!)
Y excelente la sutileza del tuyo.
Pato.
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