domingo, 3 de agosto de 2008

Borges y el cine - Gerardo Horacio Porcayo


BORGES Y EL CINE
Gerardo Horacio Porcayo

Siempre supo que serían sus únicos paraísos. Esos, los perdidos.
Lo terrible no era ese conocimiento. Era mirar, en esos eones que constituían cada día, repetidas una y otra vez en las paredes, las historias de su matrimonial vida, como si fueran proyecciones de cinematógrafo.
Tras una suma de horas computable en la categoría de lo infinito, Borges al fin gritó:
—No puedo soportarlo más. Lo peor es que parecen minicuentos.
—Ahora que lo has comprendido, es hora de pasar a otro tormento —respondió su carcelero.

1 comentario:

pato dijo...

UY! No quiero pensar en el castigo de los que escribimos acá... creo que superamos ampliamente la cantidad de los minicuentos de Borges.
Pato.