SUMISIÓN
Luis Solepow
Un pájaro monstruoso cubría el cielo. No me gustó. Volaba en círculos, como si fuera bebiendo el agua de un pozo lóbrego e impenetrable a medida que descendía. Luego, los edificios que me rodeaban empezaron a disolverse. Extendí los brazos y desaparecieron por completo, como si hubiesen sido devorados por dentro. Sentí miedo, un miedo que envolvía un núcleo de terror viscoso y subía un peldaño en dirección al pánico; un calor asfixiante me apretó el cuello y todo mi cuerpo reaccionó débilmente, entregado. En ese instante el espanto alcanzó la cota más alta y la necesidad de obedecer me envolvió por completo. Desperté.
Phil dijo: —Puedo hacer eso y más. Es mi universo. ¿Comprende ahora? Perdió la oportunidad de regresar.
—Me gusta —repliqué—. Seguiré probando.
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