DEMASIADOS ANDROIDES
Luis Solepow
—¡Corten! —Welles contempló a la Davies con ojo severo—. Está interpretando a una marciana, madame, no a la hija de un hacendado de Richmond. No soy Wyler, ¿está enterada?
—Sé que no es Wyler —replicó ella—. Si lo fuera filmaría como se debe.
Welles levantó el brazo para abofetear a la diva, pero la poderosa garra de Schwarzenegger lo frenó en el aire.
—Tranquilo —dijo el ex gobernador con su típico acento de Estiria.
—¡Chicos! —palmoteó Angelina—. Piensen en esta maravillosa oportunidad. ¡Estamos vivos de nuevo!
—¿Vivos? —Rocié a los androides con desintegrador Ubik en aerosol y busqué a Dick que se retorcía de risa en las sombras.
—¿Quiere saltar a otra novela? —dijo cuando pudo dominarse.
—No —respondí—. Sigo en esta.
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