EL PELIGRO DE GUSTAR
Carlos Alberto Gómez Villafuertes
Estamos en casa, y ella no para de preguntarme:
—¿De verdad te gusto cariño?
—Sí, querida —le respondo yo invariablemente—. Me gustas mucho. Y te lo voy a demostrar.
—¡Me haces muy feliz cariño! —me responde dichosa, bebiendo de la copa que sostiene en su mano.
Me pregunto si sigue pensando lo mismo mientras contempla, paralizada por la droga que puse en su bebida, pero totalmente consciente, cómo empiezo a devorarla lentamente por su pierna izquierda.
Y es que, en efecto, me gusta mucho.
—¿De verdad te gusto cariño?
—Sí, querida —le respondo yo invariablemente—. Me gustas mucho. Y te lo voy a demostrar.
—¡Me haces muy feliz cariño! —me responde dichosa, bebiendo de la copa que sostiene en su mano.
Me pregunto si sigue pensando lo mismo mientras contempla, paralizada por la droga que puse en su bebida, pero totalmente consciente, cómo empiezo a devorarla lentamente por su pierna izquierda.
Y es que, en efecto, me gusta mucho.
2 comentarios:
Bueno, bueno, bueno y con fundamento, com diría el Arguiñano.
Estupendo, Carlos Alberto
Ramón
Previsible pero efectivo.
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