sábado, 2 de agosto de 2008

Jornada - Olga A. de Linares


JORNADA
Olga A. de Linares

Pensó en los peligros del camino y tuvo ganas de volverse, pero los que venían atrás empujaban, así que siguió caminando.
Muchas cabezas caían, cercenadas aleatoriamente por cuchillas invisibles. La silueta del verdugo ominaba todo el horizonte.
Sin ocurrírsele que era inútil, se formuló algunas preguntas; no halló respuestas confortables y siguió caminando.
Acongojado, intentó comunicarse con sus compañeros de viaje; descubrió pronto que todos hablaban un idioma distinto, aunque al principio los sonidos parecieran familiares.
Entonces, en silencio, siguió caminando.
Más tarde, monstruos de pulidos modales hurgaron en él —como en los otros— con sus impiadosas lenguas ácidas, más y más adentro, hasta calcinarle el corazón.
Ya sin preguntas ni titubeos, vacío, integrado, sigue caminando.
Y sólo espera la bendición de las cuchillas.

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