MOXIGE 墨西哥©
Jaime Levy Maya
Por permanecer toda la sofocante noche abierto, al tintero de porcelana le restaba una espesa capa tan negra como los ojos de Mo Xi Ge. Iluminado por la mortecina luz de una lámpara de aceite, su cabeza oscilante sobre el rimero de pergaminos y el pincel de pelo de cabra endurecido aún entre sus dedos, proyectaban sobre las paredes de la estrecha cabina de la Nao una silueta espectral. En cientos de hanzi —incomprensibles para los aborígenes— relató sus intercambios comerciales, sus aventuras, pero sobre todo, sus descubrimientos.
Dejó escrita su alcurnia para la posteridad: su madre fue poblana y su padre acapulqueño.
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