El tipo sabe que se va a morir. Le han diagnosticado una dolencia incurable y vivirá apenas dos semanas más. ¿Qué se puede hacer en dos semanas?
—Cuando me vaya —dice—, este mundo será habitable, no la infecta pocilga que es en este momento. Tengo energía suficiente para darlo vuelta como un guante.
—Para eso se necesitarían superpoderes —dice la esposa, alarmada.
—Emplearé la primera semana en descubrirlos y desarrollarlos y durante la segunda controlaré a los políticos, magnates, militares y sacerdotes. Aprenderé a operar en la mente de los que mandan y los manipularé a voluntad.
Lo logró. Por eso, en cada ciudad de los escarabajos que heredaron el planeta vacío hay una estatua hecha de excrementos que recuerda al gran hombre.
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