miércoles, 20 de agosto de 2008

Resignación - Luis Solepow



—Tranquilo —dijo uno de los dos. Era un hombre hermoso, alto, de barba nórdica—. No tocamos el caviar. Te esperábamos.
—No teníamos intenciones de comer hasta que llegaras —dijo el otro. Este era bajo, achaparrado. Tenía cara de guardián de zoo.
—Comeré hasta hartarme, entonces —dije—, y me emborracharé. Me alegro de que hayan venido, muchachos.
—¿No estás sorprendido? —dijo el alto, sorprendido.
—Todo está claro. Esto es una novela, el caviar de las novelas es exquisito. Si no se puede ganar lo mejor es disfrutar la derrota, ¿no creen?
Pero nada salió como estaba planeado. En cuanto traté de meter un trozo de pan cargado de caviar en mi boca, el libro se cerró y quedé atrapado entre las páginas, unidimensional. Estaba muy oscuro.
—Es como el asunto del gato —dijo una voz profunda—. Cuando se cierra el libro, ¿existe la novela?


No hay comentarios: