TIRANO
Olga A. de Linares
Desde su sitial, lanza una mirada despectiva sobre las cabezas del populacho que, sumiso, aguarda desde hace rato su arribo. Se siente poderoso. ¿Por qué no?
Él dictamina quién logrará un espacio a su lado, quién lo acompañará el resto del camino, quién será abandonado en la lluvia, el frío, el calor calcinante del verano... ¡Como le divierten los rostros suplicantes, los ademanes frenéticos de los que deja atrás! Adivina maldiciones, insultos, puños alzados tras él, pero nada de eso lo alcanza. Un escalofrío de placer lo recorre. Una vieja corre hacia él, ilusionada, piensa que la dejará subir. Finge esperarla. Ya llega, apenas unos pasos y...
Entonces él cierra la puerta del colectivo y, con una sonrisa malévola, parte a toda velocidad.
4 comentarios:
Y sí... cada uno se siente poderoso como puede. Genial metáfora del colectivero, Olga! (se parece tanto a la realidad...)
Pato.
¡No sabés cuánto! ¿Quién sería la vieja del relato? Pero sí, el incidente (repetido en tantas otras ocasiones) me dio para trazar el paralelo con todos los que abusan de su cuotita de poder, en cualquier ámbito que sea... Me alegra que te haya gustado.
A mi me gustan sobre todo los "encargados de edificios". Por lo menos, por estos lados, cada vez que llamás por el portero eléctrico( no sé como hace, pero siempre está al acecho)con su mejor cara de traste te pregunta: ¿Y usted a quién busca?
¡Corriéndose al interior del movil!
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