martes, 12 de agosto de 2008

¡Udió! - Saurio


¡UDIÓ!
Saurio

—¡Che, Jehová, dejame vencer a los amonitas y te prometo que te ofrezco en sacrificio lo primero que se me cruce al llegar a casa.
—Bien, trato hecho.
Jefté gana la batalla, vuelve a casa y lo primero que se le cruza es su única hija.
—¡Mierda! ¡Esto me pasa por ser tan ambiguo!
Pero lo prometido es deuda y Jehová un acreedor implacable, así que se la ofrece en holocausto con la secreta esperanza de que la historia se repita y a último momento aparezca un ángel del Señor con el indulto en la mano.
Otra prueba más de su ingenuidad: Isaac era varón y ella sólo una hembra, poca cosa, no vale la pena, siquiera, tomarse el trabajo de recordar su nombre.

1 comentario:

Olga A. de Linares dijo...

¡Excelente, Saurio! Te voy a nombrar miembro honorario del Club de Feministas de Q.I. Porque es cierto, en montones de lados, a las mujeres nos consideran solo como la hija de..., la esposa de..., la mamá de... En nombre de las sin nombre, aplausos.