LA DOSIS JUSTA
Luis Cattenazzi
—Sencillo, indoloro, intravenoso, inmediato: lo conectamos y en milisegundos ocurrirá la explosión química en su cerebro. Se dispararán sus recuerdos del pasado y del futuro. Cada hora de su existencia, la vida completa de un hombre, se presentará no sólo ante sus ojos, sentirá todo vívido en cada poro, perfumes y brisas. Igual al instante que precede a la muerte: un resplandor de lo absoluto. Naturalmente, terminado el proceso, declaramos el colapso cerebral y usted habrá fallecido.
—¿Será una experiencia feliz?
—Imposible garantizárselo. Tras inyectarlo perdemos el control. Posiblemente evocará recuerdos luminosos y sórdidos, vivirá sucesos felices y también trágicos. Diez vidas, cien, en un relámpago, con sus posibilidades completas de la nada a la gloria o vice-versa.
—Está bien. No perdamos más tiempo. Conécteme.
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