CARTAS DESDE UMBRÍAS 6
Erika Mergruen
Cuentan que en la fonda de la seño Casilda se salan los platillos con las uñas de una estatua perdida: no se sabe si fueron sustraídas de las rejas de una alcantarilla, o amputadas en un acto de violencia (la maldita estatua no quiso confesar el por qué huía). Pero esto a nadie importa cuando de llenar el buche se trata: a quién importa quién gime, quién llora, quién ladra cuando nuestras tripas repletas nos mecen y susurran una canción de cuna entre estertor y estertor... En eso Umbrías se parece tanto —triste tanto— al mundo exterior.
1 comentario:
Sigo tus cartas desde Umbrias como se sigue una novela por entregas y con la certeza de que podrían venir de muchos lugares que, a mi pesar, conozco, tan recónditos, tan cercanos
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