Daniel Zyrko era un payaso. Animaba fiestitas infantiles y algunos eventos de empresas. También era dirigente de la Asociación de Payasos Argentinos.
Para poder sumar votos y risas en los escaños, Zyrko sumaba adulones, tanto sea por dinero como por su proverbial labia.
Escribía sus propios libretos y rutinas; y llegó a hacer unos pases como invitado, cuando el circo Tihany hizo una gira por el interior.
Tenía cierto talento. Algo indescifrable, o tal vez ambición, o envidia, lo eclipsó. Él mismo arruinó su carrera. A ese tipo de cosas se les suele decir una payasada.
Ahora que murió, nadie lo recuerda.
Ilustración: Luz de luna (1896), de Edvard Munch
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