VINDICTA
Adelaida Saucedo
El Viento, furioso por haber perdido su apuesta con el Sol, se convirtió en Huracán y arrastró al hombre y su capa. Y con él, árboles y casas, ganado y cercados. A su paso, sólo hubo destrucción.
Así aprenderían a no llevarle la contraria.
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