VISITANTES DE DORMITORIO 4
José Vicente Ortuño
Abrió los ojos. A los pies de la cama había una mujer, tan pálida que parecía brillar en la oscuridad y vestida con una túnica vaporosa. Ella sonrió. La sonrisa lo aterrorizó. Quiso levantarse, pero no pudo.
La túnica de la misteriosa dama cayó sin que ella hiciese ningún movimiento. A pesar del miedo, él se excitó. Ella se le aproximó flotando sobre la cama. La noche era muy cálida, pero aquella mujer parecía emanar frío.
Ella le acarició alrededor del sexo erecto y él se estremeció. Se sentó a horcajadas sobre él. La penetración no fue cálida y suave, sino muy fría; gélida. Luego lo cabalgó con ferocidad, hasta que él eyaculó de forma salvaje. Cuando recuperó el aliento la mujer ya no estaba, pero él todavía tiritaba de frío cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana.
La túnica de la misteriosa dama cayó sin que ella hiciese ningún movimiento. A pesar del miedo, él se excitó. Ella se le aproximó flotando sobre la cama. La noche era muy cálida, pero aquella mujer parecía emanar frío.
Ella le acarició alrededor del sexo erecto y él se estremeció. Se sentó a horcajadas sobre él. La penetración no fue cálida y suave, sino muy fría; gélida. Luego lo cabalgó con ferocidad, hasta que él eyaculó de forma salvaje. Cuando recuperó el aliento la mujer ya no estaba, pero él todavía tiritaba de frío cuando los primeros rayos de sol entraron por la ventana.
1 comentario:
Muy bueno. Felicitaciones
Publicar un comentario