PIEDAD EN EL OJO AJENO
Jorge X. Antares
El sacerdote de la Iglesia de la Universalidad Infinita miró con condescendencia y superioridad asumida a los nativos del planeta Merkam-314, un mundo lleno de vida y recursos naturales en la ruta de los nuevos descubrimientos de la Vía Láctea.
No pudo menos que sentir pena por esos pobres y cándidos salvajes a los que tenía que evangelizar y que creían en deidades inventadas que rigen sus destinos y vidas. Esos espíritus simples que siguen a pies juntillas cualquier cosa que les dijera el hechicero o brujo de turno.
—Pobrecillos. Rezaré por ellos para que vean la luz —le dijo a su ayudante ciberorgánico—. Sobre todo por ese chamán al que llaman Papa.
No pudo menos que sentir pena por esos pobres y cándidos salvajes a los que tenía que evangelizar y que creían en deidades inventadas que rigen sus destinos y vidas. Esos espíritus simples que siguen a pies juntillas cualquier cosa que les dijera el hechicero o brujo de turno.
—Pobrecillos. Rezaré por ellos para que vean la luz —le dijo a su ayudante ciberorgánico—. Sobre todo por ese chamán al que llaman Papa.
1 comentario:
Buenísimo, Jorge. Siempre he criticado esa manía de juzgar las creencias propias como superiores a las de los demás. Colocar la óptica en un evangelizador extraterrestre... pone todo en su justa perspectiva.
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