SEGUNDA LÍNEA
Jorge Martín
Todos soportamos limitaciones a la hora de querer hacer bien las cosas. Su proyecto era dominar el mundo y someterlo al caos. Lo obsesionaba ser el que despierta a los cuatro jinetes. Con ahínco se empeñó en perfeccionar el método de posesión. En pocos segundos, con media aceptación del sujeto, se adueñaba de cualquiera. Había mucha competencia y cuando tocó algunos personajes importantes ya estaban muy ocupados por otros demonios que lo sacaron corriendo. Después de una larga travesía repleta de fracasos recaló en lo que quedaba. Tomó humanos de distintos rubros y manipuló su voluntad sin que opusieran demasiada resistencia. Chismes, coimas, peleas callejeras, robos minoristas, arreglos y aprietes de poca monta fueron todo lo que consiguió de sus esfuerzos. A ninguno pudo forzar fuera de estas minucias. Los resultados eran mediocres. Es detestable ser un demonio de segunda.
1 comentario:
Ese sí que era un pobre diablo...
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