Le aterraba que pudieran entrar en su casa mientras dormía. Por eso nunca les había pedido ningún regalo, ni escrito ninguna carta, y pese a todo cada año descubría obsequios que tiraba a la basura sin abrir, muerto de miedo de saber que habían estado allí. Era su casa, y no tenían derecho a entrar así, con nocturnidad, forzando la ventana. Al año siguiente les mandó una carta, por primera vez, amenazándoles para que no volvieran nunca más. Unos días después, otro regalo. Pero se acabó, esta noche les espera, despierto y silencioso en la oscuridad, con el arma preparada.
1 comentario:
Me gusta mucho cómo dice lo que no dice.
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