Jonah Fry apuntó a la cabeza del alemán al mismo tiempo que éste apuntaba a la suya con la Luger. Eran tablas. ¿Qué hacer? ¡Maldita guerra! De repente, vieron al pequeño demonio risueño que apareció en medio de ellos y que les arengaba para que apretasen el gatillo. Apelaba a sus instintos patrióticos y a sus ansias de venganza. Al cabo de un rato incitándoles, los dos soldados se miraron y con una sonrisa cómplice dispararon cambiando el blanco.
2 comentarios:
Muy buen cierre, excelente metáfora.
Quién era el demonito? hitler? qué idea! Bien... al fin se hace lo que piensan los que en verdad se mueren...
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