Tengo todo bien aceitado. El plan A es no morir. Es cierto que es bastante improbable que se cumpla. Hay pocos que alcanzaron ese nivel, lo admito. Pero bueno. Ése es mi plan favorito. El plan B tiene algunos tropiezos. Por ejemplo, no sé si morir de cara a la huesuda, enfrentármele vis à vis y entender todo el proceso, o, como prefieren mis amigos, dormir y en el sueño dar el paso final. El dilema con ese plan es que no sé qué carajo voy a hacer al despertar de aquel sueño.
3 comentarios:
Muy buen cuento,Héctor
Dale la cara a la huesuda, dicen que con ella es fácil negociar. He sabido de algunos que por un par de microficciones donde ella es la protagonista, consiguen algunas horas más de vuelo.
Simple y consistente. Me gustó.
Gracias, amigas!
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