Se despierta con la boca seca y perturbada. Va a la cocina para servirse un vaso de agua y así borrar la cara sin rostro, el sabor amargo y la certeza de no poder nunca alcanzar algo que está tan cerca. El agua es inútil; ya lo dice el refrán: la realidad supera ampliamente a las pesadillas. Sólo quiere entonces poder vender sus recuerdos al mejor postor y con ese dinero comprar ingenuidades nuevas. Volver a pensar en la posibilidad de que haya buenos y malos. Se queda en el sillón del living, mirando una película que no entiende.
Tomado de: http://adriana-menendez.blogspot.com/
1 comentario:
Me hizo acordar a esa sensación de estar pero no del todo que uno a veces tiene. Por suerte, pasa rápido.
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