—Son mil quinientos treinta euros —dijo el especialista sin mirar siquiera a su clienta.
—¿Mil quinien...? ¡No puedo pagar esa cantidad, es demasiado caro! Por mi marido me cobró ochocientos, y la diferencia de tamaño entre Jack y mi esposo es bastante notable.
—No siempre es cuestión de tamaño, señora. Su marido se comportó como yo esperaba: estuvo quieto y no obstruyó en ningún momento mi trabajo. ¡Pero Jack...! No ha dejado de moverse un solo instante, ha intentado escaparse en varias ocasiones y me ha mordido tres veces. —Ahora sí la miró desafiante, molesto con el trabajo realizado e incómodo con la actitud de la mujer—. Además, me parece muy bien que su esposo quisiera ser enterrado en el mausoleo familiar con su pitbull, ¡pero al menos podría haber esperado a que el pobre animal muriera para embalsamarlo!
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