El timbre suena. Me siento como Catherine Hepburn justo antes de abrir la puerta a Sidney Poitier en "Adivina quién viene a cenar".
Somos más de diecisiete mil millones de seres humanos. Y mi hija ha tenido que ir a elegir a ese individuo. ¿Qué dirán en el barrio? ¿Cómo podré abrazarlo o besarlo cuando entre en casa? Y lo peor, ¿cómo serán mis nietos? Los mirarán mal, los insultarán, les dirán mestizos y se burlarán de ellos.
Abro la puerta. Y sucede lo que me temía. Soy incapaz de pronunciar una sola palabra ante la presencia de mi futuro yerno. Un hombre de color verde y aspecto repulsivo.
Se lo había advertido a mi hija. Somos más de diecisiete mil millones de seres humanos. Y ella tuvo que elegir a ese alienígena venido de Dios sabe qué planeta.
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