Siguió por el pasillo hasta llegar al fondo. Una mujer pequeña lo esperaba en un rincón. Él le besó la frente. Ella sonrió y le mordió ferozmente el tobillo, arrancándole la piel, la carne y el hueso.
Él cayó sabiendo que ella lo devoraría. Que era inútil resistirse, porque un hombre enamorado ya no sabe cómo decir que no.
Tomado del blog
http://memoriasdeldakota.blogspot.com/
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