
EL EJECUTIVO
José Manuel Ruiz Regil
Al dar la hora de salida puso en orden los papeles de su escritorio y se levantó del sillón reclinable. Cogió del suelo el maletín de forma anatómica y lo abrió sobre el cristal despejado de su mesa de trabajo. Destornilló la cabeza del resto de su cuerpo y la calzó en el contorno de terciopelo rojo. Contento por haber cumplido una jornada más, cerró de golpe el portacráneos y salió, dispuesto a descansar.
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