ESPERANZA
María Castejón
Todos han ardido ya. No queda ningún libro, las bibliotecas están huecas, estériles e inservibles. Dicen que las cerraran y las reformaran para que nos olvidemos de ellas, de ellas y de los libros. Hacernos creer que nunca existieron. No obstante, una vez al mes nos reunimos en las alcantarillas, debajo de la plaza del ayuntamiento para ver, más bien para escuchar a la pequeña Celia leer. La llamamos Esperanza por motivos obvios y para no ser descubiertos. Cada noche nos relata diversos pasajes de libros olvidados. Quizás lo que me obliga a seguir yendo, a pesar de las ratas, a pesar del hedor, a pesar del peligro y el miedo, es su voz, pura, cristalina. No sé cómo puede leer las páginas en blanco siendo ciega.
2 comentarios:
¡Qué buen texto! Sombrío y apocaliptico, me recuerda a Farenheit 451 de Bradbury, pero lo mejor es el final, que rompe con toda lógica y te deja en el aire, sin asidero. Me gusta tu estilo.
Muchísimas gracias, Luis. Me alegra mucho que te haya gustado.
Un saludo,
María
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