lunes, 18 de agosto de 2008

La condena - Jorge Martín

LA CONDENA
Jorge Martín

Apenas escuchaba el rumor a lo lejos, dejaba lo que estaba haciendo, corría, me subía al travesaño de la tranquera, detenía la respiración: el ómnibus a Buenos Aires pasaba. Me quedaba largo rato quieto como una estatua, con la sensación de haber contemplado algo prohibido.
Rosa llegaba a buscarme. —Vamos m’hijito, a comer, mañana vuelve a pasar.
Lejos en la ciudad estaba mi familia, me habían dejado aquí, en una chacra, al borde de una ruta. No acertaba a descubrir en aquella época qué delito había cometido, pero seguro que era culpable y el exilio era el castigo.
Nunca me atreví a llorar, guardaba las fuerzas para cuando fuera grande y pudiera subir al micro. Un día llegó un extraño, dijo que era mi padre, me regaló un traje para la comunión y se fue tan desconocido como había arribado. Nunca volví a la tranquera.

1 comentario:

Olga A. de Linares dijo...

Terrible y hermoso a la vez, felicitaciones